Todo
esto tiene que ver con la cuestión de la libertad, que es el asunto del que se
ocupa propiamente la ética. Libertad es poder decir si o no; lo hago o no lo
hago, digan lo que digan mis jefes o lo demás; esto me conviene y lo quiero,
aquello no me conviene y no lo quiero. Libertad es decidir, y darte cuenta de
que estas decidiendo. Lo más opuesto a dejarse llevar.
Nunca
una acción es buena sólo por se una orden, una costumbre o un capricho. Nadie
puede ser libre en mi lugar, es decir: nadie puede dispensarme de elegir y de
buscar por si mismo. Luego hay que hacerse adulto, es decir, capaz de inventar
en cierto modo la propia vida y no simplemente de vivir la que otros han
inventado para uno.
Soy
en el buen sentido de la palabra bueno Se refiere a que, en muchos casos,
llamarle a uno bueno no indica mas que docilidad, tendencia a no llevar la
contraria o a no causar problemas; para otros bueno… significa ser resignado y
paciente, pero otros llamarán bueno a la persona emprendedora, original, que no
se acobarda a la hora de decir lo que piensa aunque pueda molestar a alguien.
No
es sencillo decir cuando un ser humano es bueno, porque cuando se considera a
los humanos en general, la cosa no está tan clara, porque no hay un único
reglamento para ser buen humano ni el hombre es instrumento para conseguir
nada. Uno es bueno a su modo y depende de las intenciones que muevan a cada
uno.
Pero si ya hemos dicho que ni órdenes, ni costumbres ni caprichos bastan
para guiarnos en esto de la ética y ahora resulta que no hay un claro
reglamente que enseñe a ser hombre bueno y a funcionar siempre como tal.
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